Leo Videla
Vení que te tengo un cuento "superclásico"

San Rafael, barrio Musso 10:00 hs, abre la boletería del “Templo del Yali Olmedo”. El abuelo con su hijo y los dos pequeños nietos, canasta de mate en mano, la remera con bastones rojos, azules y blancos en el pecho… y se escucha que el anciano les comenta a sus acompañantes: “¿ustedes no saben lo que era el Pedal de Julio?…”, la historia la escucharon mil veces pero hoy tiene otro sabor, le prestan especial atención e intentan imaginar lo relatado. Caminan por la plaza y se encuentran a otras familias que se incorporan a la misma como para cortar camino rumbo a la cancha:
-“Vamo trico eh!!” comentan unos jóvenes que estaban desde temprano en la plaza, tomando una gaseosa que parece de uva pero en botella de cola y no tiene gas.
Y el hijo del viejo contesta:
-“Vamo que hoy hay que ganar eh!!” como si les conociese de toda la vida.
Y más allá estaciona una camioneta último modelo y baja otra familia, no tienen pinta de futboleros pero parece que el clásico los sedujo, uno de ellos pregunta “¿Por dónde es la entrada?”
Van llegando a comprar los boletos para ver el Pedal vs Huracán después de casi 2 años sin jugarse… y desenfundan sus barbijos, como quién se pone a las apuradas el cinturón de seguridad para que no lo rete el policía. Van llegando al portón donde te toman la temperatura corporal con una pistolita, entrada en mano con cara de orgullo como cuando le llevabas el boletín con buenas notas a mamá… se escucha el primer “¡¡¡Bluuum!!!”.
-“¿Papá que es eso?” Pregunta el nene más chico con cara de sorpresa.
-“Ahí viene la hinchada hijo” el padre entre sonrisas.
Y el bombo a lo lejos continúa haciendo latir el pecho de los presentes pero parece no acercarse, despertando al vecino trasnochado: “El partido vieja, mirá la hora que es, no me voy a poder bañar. ¡Rajo a la cancha!”
Y entran al estadio ubicándose en la platea, llegan al medio no más porque está pesado subir con el viejo y los críos esa escalera; se sientan y faltan manos para preparar el mate. Se inhala hondo, se llenan el pecho de aire ¿Qué bien se respira en un estadio vió? Mira al cielo y cuando baja la mirada ve del otro lado de la cancha un atrevido que cuelga su bandera azul y amarilla del tejido. Y se miran con bronca pero en el fondo se entienden, dicen que no querrían ser como el otro pero se comprenden, se necesitan como Messi y Cristiano, como River y Boca, como Barcelona y Madrid.
El que cuelga la bandera del equipo de Pueblo Diamante, mira de reojo y charla con sus amigos sentados en la grada sobre el asadito que se van a comer después del partido. Parece que se lo apostaron a un amigo tricolor, si ganan eso va a tener doble sabor. La preocupación es donde van a conseguir hielo para esos fernet, hasta que uno saca su teléfono y le pide a la novia por audio que le “haga el aguante con el hielo”. Deja el teléfono y comenta:
-“Mirá que linda fiesta, pueda ser que a ningún Hijo de P… se le ocurra armar quilombo porque esto es único, no tiene precio”
Y sigue entrando gente, del lado de la visita y de este. De todas las clases sociales, de todas las edades… Y entra la hinchada visitante, hay bombos banderas y cantan “y ya lo ve, y ya lo ve, somos locales otra vez ♪♫”. Le responden con silbidos del otro lado y se piensa “¿Por qué no llega la nuestra?”. Sale el árbitro Gerry con la pelota en la mano, mira el espectáculo sabiendo que es un privilegiado pero sabe la responsabilidad que conlleva… y entra la hinchada local, ahora miran desafiante y pícaramente al público del rival… se armó la fiesta. Saltan los equipos al campo, poco se puede ver entre las banderas y los papelitos. Las canciones se cantan a toda voz, como para tapar a los del otro bando. ¡Es la fiesta del fútbol sanrafaelino! La final que no entrega trofeo ni suma estrellas, pero que nadie quiere perder y que todos sueñan con ganar.
Sólo les pido a todos que sea en paz... ¡Por favor!
Leo Videla - Pasión Sanrafaelina